Mientras su esposa e hijos duermen apaciblemente, Pedro escapa de casa y, vestido como Batman, recorre las calles del centro de Trujillo buscando malhechores, delincuentes y toda clase de gente que irrumpa en la paz de los demás.
De niño siempre quiso ser super héroe, y sus padres se lo impidieron, obligándolo a estudiar economía, profesión que ellos ejercían con ahínco.
Ahora Pedro, a los cuarenta y tres años, dos hijos y un trabajo estable, cumple su sueño por las noches, y los beneficiados con su valiosa ayuda bien saben reconocer su trabajo y enorme solidaridad. Se toman fotos con él, lo adulan, agasajan y ya no necesitan leer comics ni ver sórdidas películas de ciencia ficción para imaginarse a un súper heroe.
Pues Pedro es el súper héroe ...y nunca les abandonará.