jueves, 26 de septiembre de 2013

Confesiones de la Rata. Esto si que no lo sabías.

  1. Me gusta sacarme los mocos pero jamás los como. Cuando lo hago, rasco el fondo de la nariz, me causa un placer morboso.
  2. Me corto las uñas de las pies hasta verlas sangrar. Y corto tambien la piel circundante, para que luego crezca dura y se forme un callo, entonces lo corto y genero un círculo vicioso.
  3. Cuando era niño me ponía el saco de mi papá, cogía el cepillo de mi mamá y, mirándome al espejo, me alucinaba Luis Miguel o cualquier cantante famoso.
  4. Es más, una vez lloré en mi cama por no ser igual de famosos que ellos y tener la vida que me tocó. Pobre niño.
  5. Cuando tenía siete años improvisaba canciones sentado en el baño, y cantaba a viva voz. Mi mamá siempre se reía de eso. Yo las escribía en un cuaderno. Ahi nacieron mis primeras canciones.
  6. Una vez me tiré un gas en el ensayo de una obra de teatro del colegio. Como todos lo celebraron y nadie se burló, creo que ahí perdí el miedo y la inhibición de tirarme "flatulencias" en público.
  7. Siempre le tuve miedo a las drogas pero mis compañeros de la banda solían fumar cerca de mi y admito que algunas veces me gustaba oler ese aroma.
  8. Vendí revistas pornográficas a mi compañeros cuando estaba en segundo de secundaria. No era un buen negocio.
  9. A los doce años, queriendo hacer una travesura, inhalé terokal en la azotea de mi casa, y cuando estaba totalmente mareado y bajo el efecto de los químicos, me fui a la casa de una vecinita que me gustaba mucho y le declaré mi amor. Ella me rechazó, me mandó a dormir, se asustó y lo que es peor, al llegar a casa vi que tenía el testículo derecho del tamaño de una naranja. Se había inflamado.
  10. Mis primeras eyaculaciones nocturnas fueron sueños húmedos con vedettes de la farándula local. Tenía tanto miedo de eso que pensaba que lo que me salía era orina, y no semen.
  11. Estuve fugazmente enamorado de una de mis primas.
  12. Una vez, en vísperas de esa fiesta llamada navidad y que yo no celebro, peleé durísimo con papá, me echó de casa y me fui a dormir a una construcción. Fue uno de los momentos más tristes de mi vida.
  13. En el primer año de universidad salí con una chica sólo porque me pagaba todo.
  14. Le fui infiel dos veces a mi segunda novia. La relación ya estaba terminándose y ya no la quería. Nisiquiera entendía por que estaba con ella.
  15. Cuando mi primera novia me fue infiel y encima me terminó (como diríamos aqui, "que tal concha") me llené de colera y un día fui a su casa y pensé tirar su puerta a golpes y romper las cosas que me dio en su cara. Obviamente me acobardé. Fui y tiré por la reja de su casa todas las cartas, peluches y cositas que me dió. Ese fue el final de todo.
  16. Conocí a mi novia, Alejandra, por facebook. Soy la prueba viviente de que las relaciones virtuales se pueden dar. Ahora, que funcionen, eso depende de la pareja.
  17. La amo mucho y no le escondo nada. Ella cree que me gusta otra mujer, o que miro otras personas, pero no es asi. Sólo me gusta ella. Alejandra ha cambiado mi vida por completo, es mi mejor amiga y me fortalece tenerla a mi lado. Me da mucha felicidad.
  18. Una que otra vez me he sentido maltratado y lastimado. Se que ella también. Pero el amor y el cariño que le tengo nunca ha disminuido. A veces me he sentido triste y he deseado que las cosas sean diferentes. Pero las cosas son asi y hay que enmendar errores, seguir adelante, luchar por la vida. Ambos nos estamos conociendo, y lo seguiremos haciendo, porque uno nunca termina de conocer a alguien. Y a pesar de todo, nos guardamos mucha confianza.
  19. Esto no lo sabe y toca confesarlo. Fumé un cigarro en Bogotá, cuando nos vimos por primera vez. Tuvimos una tarde rara, donde a mi me descuadró su actitud. Eran las primeras veces que Alejandra y yo discutíamos o pasabamos momentos incómodos. Entonces salí del hotel casi de medianoche, caminé a la Av. Jiménez y en una carretilla ambulante compré dos cigarros. Juro que no pude acabar uno entero, estaba asqueroso, fuerte, y yo ya había dejado de fumar. Esa fue la última vez que fumé en mi vida.
  20. Quiero que seas feliz, que gozes de libertad, que hagas lo que quieras hacer y te vaya bien con eso. Que si Dios lo permita pueda estar junto a ti en cada paso que des, y que estés conmigo tambien. Quiero que celebremos triunfos y superemos juntos las derrotas. Te confieso que pensar así me hace disminuir el miedo a perderte y me da valentía, pues hoy he llegado a la conclusión de que si eres para mi y yo soy para ti, superaremos las dificultades que se atraviesen en el camino y emergeremos del agua como dos osos polares. Yo el más grande y gordo, claro. Y el resultado final será una gran sonrisa mientras bailamos rock en la sala de nuestro apartamento viendo crecer a nuestro hijo, y nos volvemos locos, como cuando bailamos el bolero en el restaurante de la candelaria, o cuando cantamos "sólo me faltas tu" en el bus de regreso a Bogotá, o cuando nos metimos juntos al mar por primera vez y nunca se me borrará de la mente cuando te enseñaba a nadar y me mostrabas una sonrisa de niña con juguete nuevo, esa expresión de ver lo nunca antes visto.
"Pero al fin, si es amor, cruzará huracanes y tormentas. Pero al fin, si es amor, beberemos sólo su belleza. Y si es amor, comeremos en la misma mesa. Y si es amor, lo que nunca compartimos, las vidas que no vivimos juntos, las miradas que esquivamos, las mentiras que dañaron, nada nos importará si es amor"
Esas son las cosas que no sabías de mi, y ahora, con un poco de pena, ya las sabes. 
Ahora si, no hay secretos. 
Te amo

Las 30 cosas que debes saber de mi. Catarsis de la rata.

  1. Soy moreno, y los viejos compañeros del colegio me dicen "nero".
  2. En mi colegio súper católico aprendí a odiar al papa y a todo el clero.
  3. Quiser ser músico profesional desde los 15 años. No lo logré.
  4. Ya casi soy médico y me gusta mi profesión (pero no la amo).
  5. De niño tuve muy pocos juguetes, la mayoría eran de mi hermano mayor.
  6. Solía ir a jugar a la calle con los otros niños. Aprendí a ser humilde, a hacer amigos, a conocer la realidad que me rodeaba.
  7. Leo mucho desde pequeño. A los seis o siete años me devoraba los tebeos, cómics y periódicos a diestra y siniestra. 
  8. Tengo una culposa adicción: los chocolates.
  9. Quise ser vegetariano: Fracasé.
  10. Amo el reggae, soy rockero y además, punky frustrado.
  11. Llevo más de siete meses sin fumar.
  12. Soy llorón y muy sensible. Me deprimo si me tratan con rudeza.
  13. No me gustan mucho los niños pero amo a mis sobrinas Lina y Katherine
  14. Le doy mil vueltas a un asunto simple y fácil.
  15. Tengo miedo de perder a la mujer que quiero.
  16. Siento que la estoy perdiendo.
  17. La psiconalizo y eso a ella le enfada
  18. Le prometí que no lo haría más.
  19. A mi corta edad he viajado por varios países
  20. Amo el Cusco y Bogotá (sobretodo a sus bares)
  21. No se que va a ser de mí. No tengo nada claro del futuro.
  22. Sólo se que debo vivir y luchar
  23. Me gusta escribir canciones, poemas, cuentos y relatos.
  24. Soy estudiante de la biblia.
  25. Sueño con publicar una novela y grabar un disco con mis canciones.
  26. Quiero viajar por todo el mundo con Alejandra.
  27. No quiero lastimarla nunca más. Quiero ser siempre suyo.
  28. Secretamente deseo ganar la lotería y comprar una casa muy grande en La Candelaria, en donde Aleja y yo pondremos un cafe muy bonito con toques antiguos, retro y muy rockeros, donde abundarán las antiguedades y mamá Nancy no tendrá que trabajar más.
  29. Como se que no ganaré la lotería porque nunca he ganado nada en mi vida, sólo me queda trabajar duro para poder cumplir ese sueño.
  30. Voy a ser papá, y cuando lo supe, lloré de felicidad.  
Es sólo una cuestión de actitud

martes, 24 de septiembre de 2013

Hombres G, Ibagué y la lechona que nunca comí

No eres difícil. Sólo eres tu misma. 
Por fin lo comprendí.

La primera vez que la vi fue en el aeropuerto de Bogotá. Llevaba un saco verde, pantalón jean y zapatillas bajitas. Tenía los labios partidos, las pestañas cubiertas con rimel verde y unos ojos inmensos que me miraban y centelleaban. Era la mujer más hermosa que había visto jamás. Me enamoré desde el primer instante en que la vi, ahí en el lobby, confundida entre la gente y mi exasperante nerviosismo.

Conocí a tu mamá, a quien ahora llamo cariñosamente "Mamá Nancy", una de las mujeres más fabulosas que he conocido en mi vida. Nos presentamos, le di el peluche que compré en Perú y que llegó igual de cansado que yo. Días antes le había dicho que le daría un beso al verla, pero no tuve el valor suficiente. Subimos a un taxi, nos fuimos al hotel que buenamente me había reservado y hasta pagado por algunos días. Ese pequeño trayecto fue hermoso e interminable. Hablamos de mi viaje, de lo estresante que es ir en avión y lo ansioso que estaba por el encuentro. Muchos sentimientos -y hasta pensamientos- raros pasaban por nuestras cabezas en ese momento. De pronto y sin saber como, nuestras miradas se encontraron y sin pensarlo mucho, Alejandra me besó. Fue un beso rápido. Rápido y confuso. Al terminar, me miró con los ojos más inmensos y hermosos y profundos que jamás había visto. Estaba feliz, y yo sin palabras. Con mucha "pena" -como dicen allá- le devolví el beso y ella me miró sonriente, cómplice. Los ocho días que estuvimos juntos, ahora que lo pienso bien, pasaron demasiado rápido.

Nos volvimos a ver en sólo un mes y medio. Alejandra me fue a recoger al aeropuerto, era de noche, y le prometí que al verla la abrazaría muy fuerte y le daría muchos besos. Así fue. Ella estaba hermosa y temblaba de nervios, como si fuera la primera vez que nos viéramos. Aquella vez viajé con Fátima, mi guitarra eléctrica, la que iba a regalar a mi hermosa sobrina. Durante el viaje en el taxi, Alejandra estaba muy nerviosa, tenía las manos frías, y nuevamente las luces de la metrópoli pasaban ante mis ojos como luciérnagas en la carretera. Nada me importaba sino besarla y poder sentir su calor. Aquella vez sólo estuve cinco días.

La misma noche de mi llegada partimos a Ibagué, a cinco horas en carro desde Bogotá. Alejandra me invitó al concierto de los Hombres G, banda que ella adora y con la que yo tuve el gusto de compartir escenario en mi natal Trujillo. Habíamos planeado ese viaje de forma rápida, y era nuestro primer viaje juntos. Yo nunca antes había viajado con una mujer, siempre fui reacio a ese tipo de salidas. Siempre he viajado solo, por muchos lugares, por turismo y por la música, y mi libertad al viajar no se metía con nadie, ni quería que nadie se meta con ella. Pero viajar con Alejandra es simplemente fantástico. Me hace reír con sus ocurrencias, nos contamos historias de la vida, me cuida más que nadie y hace que estemos muy pendientes el uno del otro. Antes de salir me invitó la cena y cuando fuimos a su casa a recoger las mochilas ella tenía preparado todo un arsenal de arepas, fruta, cositas para el camino y el infaltable jugo Hit de naranja piña.

Ibagué no es bonito. Es feo, caótico, desordenado y ataviado de gente y cosas y negocios que me marean. Prefiero la tranquilidad, al igual que Alejandra. Pero saliendo de la ciudad nada más, la cosa es muy distinta. No por esto dejamos de pasar bonitos días, con sus cosas, una que otra discusión que no hacía más que reflejar lo tonto que soy y que cada vez nos conocíamos un poco más. Fuimos a un karaoke donde más que cantar nos reimos mucho. Bebimos muchas cervezas y hasta nos animamos a bailar algo de salsa, música que no puedo bailar con más de un paso conocido y que al final no hace más que dejarme en ridículo. Pasamos noches maravillosas e hicimos muchas cosas en la ciudad, compramos recuerdos para mamá Nancy y esperabamos ansiosos la tocada de los Hombres G. 

El día del concierto llegó. El ambiente fue claramente decepcionante, con gente bailando cumbia, salsa, embriagándose. Definitivamente no parecía un concierto de rock. No soy fanático de Hombres G -como si lo es Alejandra- pero me mezclé entre los fans y todos nos sentimos un poco defraudados. Cuando comenzaron a tocar la cosa cambió un poco. Y para mi fue un momento realmente hermoso, porque veía feliz a Alejandra, verla cumplir uno de sus sueños y que pueda estar a su lado en ese momento era muy gratificante. Sentí que la quería mucho más. Cuando ella cantaba con tanto "feeling" y sus ojos le brillaban, me hacía sentir muy bien. Cuando tocaban alguna balada abrazaba cariñosamente a Alejandra y ella me tomaba de las manos, o cuando saltábamos de euforia cantando y gritando a todo pulmón o hasta cuando me reía de la canción que ella -fanática, admiradora, hincha- no se sabía. Estaba muy feliz. Esa es la palabra. Luego del concierto le pude tomar a Alejandra una foto con David Summers, en un momento un poco tenso y raro, mientras era llevado por su seguridad y casi violado por sus fanáticas, pero que deja constancia de la cercanía de Aleja con su rockero favorito. Igual tenemos la convicción -y la promesa mutua- de que los volveremos a ver, ¡y en Madrid!, nada menos.

Como la primera vez, tuve que regresar a Perú. El día en que debí volver me desperté tarde y perdí el vuelo. Me quedaría un día más con Alejandra. En mi casa pensaron que abandoné la universidad, que me iría a convertir en hippie o músico ambulante andando por las calles de Miraflores. Pero no fue así. Compré boleto para el día siguiente y volví a casa de Alejandra. Al llegar la encontré durmiendo, la desperté con un beso y se alegró de verme. Pienso que, secretamente, Alejandra hizo que me quede dormido a propósito para que pueda quedarme un día más con ella. Se puso feliz de que no me vaya. Me acosté a su lado, le di un beso en el cuello y antes de quedarme dormido, le susurré que la amaba.

Felices siete meses.

La canción que NO te sabías (jajaja)

sábado, 21 de septiembre de 2013

Bajo el cielo de la nevera

"Un perfume, el café y las condolencias sentados en un parque llorando en la madrugada. Un abrazo interminable y una mirada sincera que no dejan de cantar"
Lágrimas de madrugada - Convicto de Paz

Alejandra y yo nos vimos por primera vez en Bogotá, la fría y lluviosa. Los días transcurrieron hermosos, no parecían pertenecer a mi mundo habitual. Llegué atontado y con problemas de migración, sin embargo el sentimiento de encontrar a la mujer que quiero fue más que fuerte. Caminé muy nervioso por el aeropuerto, buscando la salida para los que llegamos de otro país y esperando a la vez no encontrarla, seguramente por los nervios. Entre la gente que se agolpa con sus cartelitos mediocres una pequeña mano se elevó entre la gente. Era Alejandra, minúscula, hermosa, con una inmensa sonrisa y los ojos más grandes y hermosos que nunca había visto. Cuando la vi no supe bien si besarla, darle la mano, abrazarla o simplemente echarme a correr. Le di el peluche que le había llevado, que llegó hasta Colombia igual de maltratado que yo. Ella se reía discretamente, cómplice, pero tambien estaba nerviosa. Llevaba en los ojos rimel verde y traía puesta una chaqueta del mismo color, que compró en un almacén chino y me encanta. Estaba con su mamá. En ese momento supuse que la llevó a nuestro primer encuentro por seguridad, ante la posibilidad de que fuera un asesino en serie o un violador empedernido. La señora fue un encanto y lo que es mejor me llevo muy bien con ella. Alejandra me llevó en un taxi al hotel, hotel que ella buenamente reservó y pagó por unos días. No podía estar más feliz.

El almuerzo de esa tarde fue el más peculiar de mi vida porque sentí que nos conocíamos de toda la vida. Comimos una "picada" horrible, hablamos de todo lo que nunca habíamos hablado y también de lo que ya sabíamos, nos dimos muchos besos, unos tiernos, otros encendidos, y bailamos un bolero mientras el sol se ponía entre los techos de las viejas casas de La Candelaria.

Le pedí que se quede conmigo esa noche, y ella aceptó. Esa primera noche juntos le canté la canción que le compuse unos meses atrás. Jacob, el agradable estadounidense de Seattle y amante del Perú me prestó una guitarra que no se como pero la consiguió. Alejandra no lloró de emoción porque ella sólo llora cuando recuerda a su amada gata Persia, que murió en sus manos. Pero le encantó la canción, le dejé la letra junto con los otros poemas que le había escrito desde que la conocí y desde que me di cuenta que me empecé a enamorar de ella.

El hecho en común de los días siguientes fue la sensación de estar con alguien y sentir que lo conoces de toda la vida, y esto teniendo en cuenta que aún eramos desconocidos para ambos. Fuimos a muchos lugares, comimos mucho y rico y sin querer hasta tuvimos una cena romántica, noche que nunca olvidaremos ya que fue la unica que no registramos en foto. Gracias a nuestras preciadas y aventureras incursiones por los callejones, plazas y escondrijos de La Candelaria ahora tenemos un lugar preferido, la "osteria italiana", y otros más que les aburriría de sólo contarles. Hubieron días raros, días en los que no entendía su comportamiento, y era entonces que me daba cuenta que no la conocía. Hubo cosas que no me contó en ese momento, de gran importancia, pero que de no haber sido así las cosas no tuvieran el rumbo de ahora ni nuestra relación sería la misma. Hubo un día que me pasé de más con el vino e hice un pequeño y estúpido show en la calle, dije algunas cosas tontas y ella manifestó su sentir. Terminamos en el parque al costado de su casa, Alejandra lloraba de rabia y yo, el tonto, lloraba de verguenza y del miedo a perderla. Producto de esa extraña noche nació una canción.

Sólo estuve ocho días esa primera vez. Ocho días maravillosos junto a ella, interminables. Pero debía volver. Volver a mi vida y a su odiosa rutina. Volver a la universidad y a terminar una carrera que no hace más que consumir mi vida de a pocos. Volver al computador y ver a Alejandra por skype y conversar por facebook. Volver a la lejanía y a la impotencia de necesitar el abrazo, el beso, la caricia de madrugada y no tenerlas para mí. Esa mañana, antes de volver, compramos algunos recuerdos para mi familia. No hablamos mucho, la inminente despedida creaba un gran eco en nuestros momentos juntos. El adiós fue triste, pude haber llenado de lágrimas el aeropuerto. No dejaba de besarla y decirle cuanto la necesitaba. No quería dejarla sola, no quería separarme de Alejandra, la persona que se ha convertido en la más importante de mi vida. Pero tuvo que ser así. Tuve que subir al avión, tuve que darle un beso y empapar sus labios con mis lágrimas, tuve que decirle "hasta pronto", tuve que decirle que la amaba y tuve que jurarle que nos volveríamos a ver lo más pronto posible, y que haríamos lo posible por que eso suceda.

Gracias a Dios, y a los Hombres G, asi fue. Nos volvimos a ver.

Hombres G - Esta tarde