viernes, 29 de febrero de 2008

LEJANA EXISTENCIA


I

Parecía que el sol se apagaba a ratos. Juguetonas, las nubes, se desplazaban ante el astro como peces de colores. Y ella estaba ahí, de andar pausado, fresca y vigorosa, la mujer de mis delirios febriles, de ciertos sueños impensados, de furtivas eyaculaciones nocturnas.

II

La conocí cuando menos lo pensaba. Un pequeño parpadeo y allí, entre las aceras inconstantes, estaba ella: ¿Mujer o ángel?

Mi ser se paralizó totalmente.

A su paso revertía hipnotizantes fragancias; su esbelta silueta, tan perfecta, parecía moldeada por finos trazos de escultor.

Desde que la vi, no dejé de desear su presencia. No podía concentrarme en nada más que su rostro, bello semblante que impactó mis retinas cual brillo del crepúsculo, al punto de sentir no ser partícipe de este mundo. Admiré sus manos, seguramente suavísimas, y su delicada cabellera deslizándose en el aire, like a spring’s butterfly.

III

Con la llegada de la oscuridad, el cielo se tornó violeta y pude ver su imagen reflejada en el firmamento. Caminaba lentamente y sin fuerza alguna. Al llegar a mi dormitorio, recosté mi humanidad en la cama, dando paso a un onanismo mental repleto de mis impresiones al verla. Lo primero que se me vino a la mente fue una interrogante: “¿Cuál será el nombre de esta mujer?”… Hace tiempo no sentía algo parecido.

IV

A medianoche, la dama se apareció.

La luz de la luna invadía débilmente las esquinas de mi ventana. Y ahí estaba ella, trepada en mis sueños de algarrobos y plantas colgantes. Entró a la habitación. Jugué con sus cabellos y ella con los míos. El calor emanaba de nuestros curtidos cuerpos. Y la amé. La amé con el sudor y nuestros fluidos, con las caricias atosigantes y los besos bajo la sábana. Y no quería despertar del éxtasis en el que me encontraba.

V

La luz del nuevo día dio fin a mi letargo. Sentí mi cuerpo sudoroso, las sábanas pegajosas y un dulce sabor en mis labios. El cuarto olía a rosas y creí ver una ropa interior femenina en una de las esquinas del recinto. Aturdido, y sin ganas de investigar como llegó ahí esa misteriosa prenda, me vestí lentamente aún pensando en el fabuloso sueño de anoche. Como persiguiendo un instinto, salí de casa sin siquiera desayunar y caminé hasta la caótica vena de la ciudad donde el día anterior la vi.

VI

Después de tanto andar, llegué al lugar donde mi vida adoptó un antes y un después. Esperé toda la tarde a que apareciera: Una, dos, tres horas… Nada. Divagué lento y meditabundo, sin logar lo que esperaba. Entonces, emprendí el regreso a casa, con una pesada tristeza en mi corazón, tristeza por no haber podido encontrarla.

VII

Aquel día fue la única vez que pude verla. Hasta el día de hoy camino por esas calles, viendo la gente pasar, estando atento a su inexistente aparición. Y es que hasta ahora no la puedo sacar de mi mente; frágil, ilusa. Por que han pasado siglos y no la he vuelto a ver….


Nota: Texto creado a iniciativa de Ras- Ed. Algunos párrafos me pertenecen, por lo que diré que es un texto conjunto. Además, la corrección y aumento estuvo a mi cargo, y si aún hay errores, discúlpenme avispados lectores. La trama fue desarrollada por mi compañero, y la idea principal, también.

jueves, 21 de febrero de 2008

GARO, GIGOLÓ


Garo ingresó a la habitación. Una luz tenue alumbraba frágilmente la escena. Ella estaba sentada, con las piernas desnudas sobre un mueblecillo dorado. Su belleza lo impactó a tal punto que él dejó de sentir su cuerpo, sistema límbico incluido. Ella lo miró y casi susurrando le dijo: "¿Que estas esperando?” Al instante, Garo se le acercó. La mujer era rubia y de mirada fulgurante, de senos grandes, caderas anchas cual silueta de guitarra. Su línea esternal, bien definida, te llevaba la vista hacia su zona más recóndita, ahí donde no llega la luz del crepúsculo. Garo se desvistió rápidamente e inclinó la cabeza hacia su vagina. Empezó a lamer con fuerza, excitándola hasta el cansancio, haciéndola rebozar de placer.


Pasados unos largos minutos de excelsas sensaciones, la mujer se puso de pie y se tendió en la cama. Garo admiró su belleza, la fineza de sus formas, la beldad de su cuerpo. Ella abrió las piernas y le mostró el camino hacia la consumación de la felicidad. El tipo, sin pensarlo dos veces, se acercó lentamente, e introdujo con fuerza su miembro en esa matriz de irreflexiones y pasiones mordaces. Él se movía con destreza, conocía su negocio. Ella gozaba arrebatada de los sueños y la imaginación procaz. Era real, y estaba feliz.


Luego, la mujer se levantó y cogió el pene de Garo como si fuera un trofeo de guerra. Lo agitaba con fuerza, velozmente, conocía el regalo que le esperaba. El hombre soltaba exhalaciones al vacío, empezó a recordar cuando ella, el amor de su vida, le repartía iguales –o mejores- caricias; y ahora, viendo el rostro de su cliente, trataba de pensar que quien lo masturbaba era la verdadera mujer que lo inspiraba en sus intentos de escritor.

La sesión duró alrededor de cuatro horas. Garo cobró sus honorarios y se despidió dándole la mano, haciendo gala de un atisbo de elegancia. A punto de salir de la mansión, a la altura de la puerta, la dama se le dirigió:


- Tengo algo que pedirte.

- ¿Es urgente? – le replicó éste, algo contrariado.

- Acompáñame mañana a la playa y pasemos la tarde juntos. Estaremos en mi casa, veremos el atardecer, y me encantaría que me acompañes.

- Pasaré por ti a las 3:30 pm – finalizó Garo.


Al día siguiente, Garo llegó al tiempo pactado. Su puntualidad hacía mérito de la perfección de su trabajo. Llegaron al balneario en media hora. El Ferrari que iba conduciendo era muy veloz, y a él le gustaba ser raudo en la carretera, le hacía recordar a Natalia sobre la parte superior del asiento sintiendo el viento golpearle cada centímetro de su cuerpo, el aire adhiriendo su polo hacia sus suaves pechos, dejando notar la fineza de sus erectos pezones. Garo llevaba puestos los audífonos de su IPod y no prestaba mucha atención a las palabras de su acompañante. El desgano hacía presa de su humanidad, tenía ganas de dormir, de tomarse un baño y descansar. Odiaba el hecho de saber que después tendría que satisfacer los goces carnales de su cliente.


...


- Por fin se quedó dormida – exhaló Garo.


El atardecer, solitario e infinito, había pasado sin dejar un rastro de solemnidad. Y no lo pudo disfrutar, como otras veces, solo agachar la cabeza y resignarse al gozoso placer de la lujuria comprada, ínfimos billetes. Otra vez estuvo sin ella, su Natalia, su adoración. Otra vez vio llorar a la luna y enjuagarse las lágrimas con sus retazos de agonía. Otra vez maldijo su trabajo y su existencia en este mundo.


Por favor, no te levantes. Sigues hermosa y yo contemplándote, hecho un bobo. ¿Sientes mis latidos? Mi pecho va a explotar. ¿Veremos nuevamente el atardecer? Siempre que tu amor lo permita.


Nota: Post dedicado a “Garo” (Jonathan Alvarado), buen amigo y mejor escritor. En alusión a las espadas del chonguerismo.

martes, 12 de febrero de 2008

AL FONO CON LUIS IPA

Conversando, por celular, y sin querer queriendo, con Luis Ipa:

Ipa: Esto… ¿Hola? Me has mandado un mensaje a este número, ¿quien eres?.

Vit: Hola Luchito, soy un lector tuyo, leo siempre tus Crónicas de Pollada.

Ipa: ¡Manya que chévere!, ¿como te llamas?.

Vit: Soy Vit!, del blog “Una que otra Perla”… siempre te comento, jeje.

Ipa: Jaja, ah claro, hola Vit! Justo estoy aquí con una amiga de redacción y le pregunto: ¿Este código de donde es? Miró en la computadora y era de Trujillo pues. Yo dije “que raro, en Trujillo solo tuve un breve acercamiento con Maju Mantilla, pero pensándolo bien no podía ser ella, porque fue breve ps”, jeje.

Vit: Ah si pues!, lo leí, jaja… ¿Qué tal? ¿Cómo está Cris?.

Ipa: Bien, bien. Esta noche se ha quedado con su mamá (Risas).

Vit: Jaja, ah chucha, no se quedó contigo esta vez como leí en tu último post, jeje.

Ipa: Si pues, jaja.

Vit: ¿Que pensaste que era? ¿Fácil un terruco? Jaja.

Ipa: Pucha si ps, jaja, es que justo estaba por cambiar de cel, es más, hoy es el último día que uso ese celular. Y te estoy llamando del cel de una amiga.

Vit: Jaja, pucha, estoy premiado.

Ipa: ¿Y como conseguiste mi número?.

Vit: Ah fácil ps, lo vi en el blog “fotógrafos felices”.

Ipa: mmm… ¡ah ya!, si pues, ahí lo puse una vez, hace tiempo.

Vit: ¿Y qué tal? ¿Qué dice la chamba?.

Ipa: Bien, bien. Justo acabo de cambiar de trabajo. Ahora voy a empezar a trabajar como director de fotografía en la revista “El Gráfico”.

Vit: ¿”El Gráfico”? ¿La revista de fútbol?.

Ipa: La revista de fútbol, si, esa misma.

Vit: Caray Luchito, pues mis más sinceras felicitaciones.

Ipa: Jaja, si pues, es una buena noticia. Gracias.

Vit: Leí lo de tu padre, déjame decirte que te apoyo… carajo, en este país la justicia es una mierda.

Ipa: Si pues, pero ahí vamos. Gracias por tu apoyo y por tus comentarios. Los imprimí todos y los ha leído mi padre; se encuentra muy agradecido. Gracias de verdad. Bueno man, me quito, un gusto eh.

Vit: El placer es todo mio Luchito. Cuídate un abrazo a la distancia.

Ipa: Igualmente. Chau man.

Ipa me llamó el 11 de febrero a las 12:25 am a raíz de un sospechoso mensaje de texto que le envié a su cel. Es una conversación algo improvisada con el creador del blog Crónicas de Pollada, el multifacético fotógrafo limeño Luis Iparraguirre. Luchito, mis profundos saludos y eternos abrazos para ti y tu familia.

viernes, 8 de febrero de 2008

VALIENTE MUJER


Dedicado a mi madre, la única
persona capaz de hacerme expulsar
los demonios internos con un simple beso.


Mamá está llorando. No entiendo porque, nadie sabe porque. Se aprieta con fuerza la parte baja del vientre y grita desconsolada que siente mucho dolor. Mis hermanos, preocupados ellos, la miran sin poder hacer nada; papá fue a por unas pastillas que calmaron en algo su dolor. Son las cuatro de la mañana, mamá está llorando y todos lloramos con ella.

Al día siguiente mamá va a un médico, prestigioso, carísimo. La ecografía tridimensional revela una masa sólida en el ovario derecho, aparentemente un tumor cancerígeno, que ya ha sobrepasado en tamaño al útero y necesita ser extirpado con urgencia. No sabemos si el cáncer ya invadió otros órganos, no sabemos si mejorará, y no hay tiempo de enviar una muestra al patólogo; se necesita actuar con urgencia. Y mamá vuelve a llorar, mi hermana llora con ella, me entero por el teléfono y se me resquebraja el alma. Esa misma tarde la internaron en una clínica local.

Pasada las cinco de la tarde, mamá salió del quirófano. La histerectomía había sido exitosa. Sin embargo, a pocas horas sufrió una severa hemorragia interna, probablemente debido a la separación de una de las suturas. Su presión bajó casi al límite, su piel estaba fría, blanca, se encontraba al borde de la muerte. Fue ahí cuando llegué yo. Ver a mi madre postrada en esa cama, pálida, perdiendo sangre, seguramente sintiendo que la vida se le esfuma, fue un momento que jamás olvidaré. Y mamá volvió a entrar al quirófano mientras todos la esperamos fuera del engañoso y aterrador pasillo. Papá seca sus lágrimas evitando ser visto. Mis hermanos rezan con mucha fuerza, pero yo no puedo rezar. No se rezar. Antes lo hacía, pero dios jamás me escuchó.

Pasaron dos horas y mamá aun no salía. Fue ahí cuando pensé: “¿Dios de mierda, porque diablos quieres llevarte a mamá? Ella es buena, la amo y nos llevamos tan bien, ¿Qué acaso tu no tienes a la virgen María?”. No se si dios me escuchó, no se si le jodieron mis palabras, no se si se apiadó de mi familia, solo se que a los quince minutos se abrieron las puertas del pasillo, y salieron dos enfermeras empujando una camilla, con mi madre acostada en ella, y al parecer, mucho mejor.

La vida es una ironía, y realmente, nadie la tiene comprada...

Mamá, escribí esto porque te amo, y porque lo que vivimos no fue algo común y corriente. Mientras estabas inconsciente y los días que pasaste en la clínica, una familia muy unida te acompañó, se turnó para dormir a tu lado, te llevó rosas, te llenó de besos, acarició tus manos y te dijo “te quiero viejita”. Y ahora que ya estás en casa te seguimos cuidando, siempre lo haremos. Nos diste un gran susto, pero uniste a esta familia, nos hiciste reflexionar, nos hiciste amarte más, mucho más.

Y también te lo digo por mi blog: Te quiero viejita, recupérate pronto, te necesito.

viernes, 1 de febrero de 2008

VORÁGINE SUICIDA


Se acercó a la ventana, abrió las cortinas, esperando ver el descenso del sol.

Basta, aléjate… Pero y nuestros días… Vete y no vuelvas. Pero el amor... Se acabó.”

El hombre aún esperaba la escena, sus manos sobre el alféizar, lágrimas comenzaban a discurrir pos sus mejillas. La hora se acercaba, el lo presentía. Y eso que había sido sincero, tontamente sincero. El amor había terminado por consumarlo, tronado por completo sus azules sentimientos.

¿Qué esperas?… Es que sigo sin entenderlo. ¿Sabes lo que es largarse y no regresar? Y… ¿Qué será de mí? Bueno… Sigues con tu vida y listo… Tú eras mi vida…

Mientras el sol descendía, sus pensamientos se nublaban lentamente. Las lágrimas del hombre caían con más y más fuerza, podrían haber hecho grietas en el enmaderado suelo de la casona. Sus manos temblorosas, su cabellera enmarañada y su sudor incontenible invitaban a pensar en un hombre sucio y esperpento. Así había quedado, después de la incontenible furia de su amada y sus locuaces excusas de lo no civilizado. Acaso algo había quedado en desperfecto. Si, muchas cosas, y muchas de ellas, irreparables.

Recuerdos que palpitan en aciagas noches sin descanso, ¿será posible que te vuelva a encontrar en mis más destartalados pensamientos?... Y no puedo, siento que necesito el resuello de tu voz, y tu, que recuerdes mis frías lágrimas de otoño…”

Los minutos corrían y el hombre no sabía si despertar del letargo que lo acosaba o emprender algo nuevo y con bríos distintos. La fuerza disminuía, el vigor desaparecía con la venida de la resplandeciente luna y su noche cargada de desencuentros voraces. Si acaso habría una salida, era ella, la mujer que lo dejó hecho pedazos, la mujer que lo tenía encofrado en un sufrido llanto que no cesaba.

“Te amo. Yo más. Lo dudo niño… ¿Recuerdas esa vez en los carruseles? ¡Claro!, como olvidar el viento golpeando nuestras mejillas y tus radiantes cabellos elevándose sobre nuestras cabezas, dejando notar su fragancia exquisita… Oye, era shampoo barato, sabes que la economía… Mis sentimientos no economizan, se brindan todos ante ti, como los pistilos al polen…

Intensos dolores se iban anunciando. Un retortijón en las vísceras lo tumbó a la vieja cama. Frascos de somníferos, decenas de ellos, encima de la cómoda, dentro de una bolsa con el logo de una botica asesina.

- "Descubre el sentir de la vida"

- No lo entiendo, si ni siquiera puedo llamarle vida a esto...

- "Vida es lo que haces ahora, el llorar, el sufrir, el sentirte inútil y desgarrado..."

- No lo entiendo, no vivía sino era por ella... ¡MIERDA, COMPRÉMDEME! - gritó el asustado hombre.

Una especie de regresión se apoderaba de su cuerpo, mientras unas voces perturbaban su mente, dando la impresión de que llegaba a un temperamento sumamente esquizoide. Su cuerpo estaba rendido, el colchón viejo, el catre de madera y el cuarto donde alguna vez durmieron sus abuelos, vieja alcurnia trujillana. El espejo, marcos dorados, silueta rococó, era testigo del monólogo eterno de conflictos en el que el hombre se desencadenaba de a pocos.

“Y llegar al final en donde se bifurcan nuestros caminos, donde la paz absoluta se disuelve y damos paso al amor… El amor no existe, sólo existe la tolerancia… ¿Solo crees amarme?… si, y sigo creyéndolo…”

- "Aquí no" - regresó la voz.

- No importa donde, solo importa el desperdicio que es mi vida y lo inútil de mi existencia.

- "Entonces empieza, no vaciles, solo hazlo"

Uno a uno fue abriendo los frascos, ingiriendo las pastillas de dos en dos, de cinco en cinco, de las que alcancen en su temblorosa mano, sin siquiera darse cuenta de lo muy entrada de la noche o de lo que pasaba a su alrededor, los silbatazos de tres de la mañana, las reuniones en casa de sus padres, los abrazos de ella y sus besos generosos, toda su vida pasaba ante sus ojos.

- "Aquí te encontrarán, y tu alma rondará perdida por el vasto infinito de la incomprensión humana.

- Para cuando lo hagan, ya estaré muerto - dijo casi sin fuerzas.