martes, 5 de noviembre de 2013

Carta

Querido hijo(a):

Cuando leas esto, seguro que tendrás la edad suficiente para leer correctamente, edad que en mi caso fue como a los diez años y devoraba todo lo que llegaba a mis manos (de comida y de lectura, claro). Cuando leas esto, sabrás por estas palabras que te amo, cosa que seguro ya la sabrás por mis actos. Porque espero ser un buen padre, no espero más que eso. Y además, esta es la primera de muchas cartas que te escribiré antes que salgas expulsado de tu mamá. No te tengo cerca, no estás junto a mi, no tengo la panzita de tu mami cerca a mis labios para darte muchos besitos y decirte lo mucho que te amo, lo mucho que te extraño y cuanto espero el dia que juguemos juntos, comamos helados y te cargue o te defienda de los payasos o los zombies de la séptima.

No la estoy pasando bien. Te cuento que escribo esto llorando. Mamá y yo tenemos problemas, tenemos muchos conflictos y heridas que nos han lastimado. Mamá se siente triste y desanimada, quizá en parte por mi culpa o quizá por motivos que sólo ella conozca y que se llevará a la tumba. Mamá tiene muchas cosas pendientes y cosas que quiere hacer, además que ella y yo tenemos vidas totalmente diferentes y por lo tanto problemas diferentes. Empezando con que vivimos en países diferentes y nos vemos cada cuatro meses. Tu aún no naces, pero debes saber que mamá te ama mucho, y que tu mamá es la mejor persona que conozco, y me tienen bobo de amor, de pies a cabeza. Pero ahora mismo no la pasa bien, y yo me afecto, inevitablemente, porque la amo con todo el corazón y quiero su bienestar. Si ella está bien, yo me siento bien. No es que dependa de ella, es que la quiero tanto que toda situación que ella tenga que pasar, y si está triste, yo la acompaño en su sentir.


Escribir siempre ayudó a aliviar mis penas. Escribo desde hace mucho, y cada vez que lo hago me siento mejor. No se si sea una especie de terapia, pero escribir, en este caso concreto escribirle a mi hijo por primera vez en mi vida, hace que me sienta bien. Hace que te ame aun más y que a pesar de la distancia, crea que sientes que te lo digo en un susurro y tu sientes las ondas sonoras tras la panzita de tu hermosa mamá.

Mamá sabe que tiene mi apoyo entero, mi amor y mi disposición a estar siempre con ella, a enamorarla cada día de nuestras vidas. Ella lo sabe, sabe que soy suyo, y que la amo. Y tu hijito, debes saber que te amamos desde antes que vengas a este mundo y te amaremos siempre, y nuestras fuerzas, nuestra voluntad y nuestra vida es tuya.

Te amo hijo(a).
Con amor, tu papá.

domingo, 6 de octubre de 2013

El día que Alejandra conoció el mar

Alejandra y yo quedamos en vernos durate las vacaciones de julio y haríamos algun viaje dentro o fuera del Perú. Fueron meses de interminable espera, donde no dejaba de ver el calendario, donde los casilleros no sólo encerraban odiosos numeros, sino tambien me encerraban en un infinito preludio. Planeamos la aventura con mucha anticipación. Aleja vendría en bus desde Bogotá y yo la encontraría en la frontera de Perú con Ecuador. La última vez que nos vimos fue un día de abril, y el reencuentro seria a finales de junio. No nos vimos durante casi tres meses. Tres largos y jodidos meses donde pasó de todo. Ya perdí la cuenta de las veces que cancelamos y volvimos a poner en marcha el viaje. Hubo peleas, ánimos, desánimos y una que otra rabieta. Ahora me he dado cuenta que cuando aflora la añoranza, las ganas del abrazo y el beso cariñoso, la impotencia de no tener junto a ti a la persona que amas cuando más la necesitas puede embargarte la vida y generarte muchos malos ratos. Y es que no quiero -ni planeo- acostumbrarme a la distancia.

Llegué a Tumbes la mañana del veintisiete de junio. Vagué un rato por las calles, pagué un cuarto de hotel para resguardarme del calor y dormir un poco. Tumbes es la ciudad, para mi gusto, mas fea, peligrosa y descuidada del Perú. Fue asi que, para vencer el aburrimiento, miraba televisión, me duchaba, salí a caminar, compré uno que otro diario y me sumergí en mucho nerviosismo. A las ocho de la noche salí para la frontera; hora poco prudente, donde de milagro no me asesinaron o secuestraron. Caminé hasta la agencia de transportes y me dijeron que el ultimo bus que venía de Quito llegaba al promediar las doce de la noche. No me quedó más que esperar. Para mi mala suerte, a eso de las diez me echaron de la oficina porque tenían que cerrar. Tuve que sentarme en una banca de la plaza principal, y de cuando en cuando caminar detras del unico policía que se paseaba alegremente por ahi.

Cuando el bus llego y vi bajar a Alejandra, noté que me buscaba con la mirada y no me encontraba. Estaba tan hermosa, llevaba una blusa floreada que me encanta, el cabello suelto y los ojos mas grandes y hermosos que había visto en mi vida. Con mi dedo, como quien quiere sorprender a alguien, la toqué en el hombro. Volteó algo asustada y al vernos nos confundimos en un tiernp beso, el más tierno que nos hemos dado jamás. Fuimos felices por volvernos a ver despues de tanto tiempo. La espera valio la pena. Ella no veia la hora de llegar y tenía miedo de no encontrarme y sentirse perdida en un país hostil y desconocido. Por mi parte, pensé que jamas llegaría y temia que pase lo peor. Besarla y darle un gran abrazo fue para mi la consumacion de un sueño, el recobro del éxtasis perdido en los días pasados, días cargados de tristeza y angustia. Hasta cargar su pesada mochila fue un placer. Nunca una espera había valido tanto la pena, como esperarla y sopotar el embate del tiempo y la distancia.

Luego de pasar casi un día en Tumbes, invitarle el popular sublime (que no le gustó tanto) y tomar una cerveza cusqueña, lleve a mi novia a Trujillo. Era la primera vez que ella pisaria mi tierra, mis calles, mi ciudad y mi casa. Y le gusto mucho. La lleve a los sitios arqueologicos, museos, plazas y casonas. Hicimos almuerzo para la familia, fuimos al cine y al teatro, caminamos harto, nos quedamos dormimos juntos viendo peliculas y nos reimos mucho casi siempre. Si desmerecer todo lo que pasamos, el momento mas bonito y curioso fue cuando Alejandra conocio el mar. Salimos de comer un delicioso almuerzo selvatico y resolvimos en ir a la playa. Cuando vio el mar, por primera vez en su vida, sus ojos se tornaron mas inmensos que nunca. Le tome unas fotos de ese momento. No quiso abandonar esa sensacion de inmensa alegria, sobre todo cuando sus pies tocaron por primera vez el agua de mar y sintio que hizo un descubrimiento fantastico. Quiso que vayamos a la playa todos los dias, pero a Huanchaco solo fuimos de noche, asi que el dia que salimos a Cao, la lleve a Pacasmayo y nos bañamos en el mar. Fue la primera vez que me meti al mar con una mujer, y que mejor que la mujer que amo. Fue la primera de varias veces que abraze a Alejandra y le di besos mojados por el agua de mar. Tambien estuvimos en Mancora y disfrutamos de su hermosa playa, y aunque casi nos ahogamos por mi culpa, fuimos demasiado felices aquella vez.

Los dias pasaban y aunque no se sentian tanto, ya iba llegando la hora de volver. Asi que, aunque la idea original era que vayamos a Cusco y luego a Bogota, por un tema de dinero decidimos irnos a Colombia sin mas, defrente y a lo macho. Dejamos atras Trujillo y nos enrumbamos en muchos buses, busetas, combis y demas, mochila al hombro como buenos backpackers. Alejandra viajo con nauseas, que empeoraban aun mas por la incomodidad misma del viaje. Conoci muchos lugares nuevos, estuvimos en Quito, Cali, Pasto, y otras ciudades mas que no recuerdo. Cuando llegamos a su ciudad ambos dimos un respiro muy grande. Ella estaba en casa, cerca de los suyos, a quienes habia extrañado tanto. Me quede algunos dias en Bogota, pienso que diez o once dias. Fuimos a los lugares que nos falto conocer, tomamos muchisimas fotos (las mejores siempre las toma ella), salimos con sus sobrinas preciosas que adoro y fui, nuevamente feliz, con Alejandra. Conversamos mucho, comimos rico en la osteria italiana, lugar al que se que siempre iremos (y siempre con la misma ropa) y dimos muchas vueltas por nuestra zona, nuestro barrio, nuestro terruño: La Candelaria, siempre buscando nuevos lugares y riendonos tanto como se pueda. Me volvi a Trujillo el veintinueve de julio por la tarde. Llore mucho aquella vez. No es facil dejar a la mujer que amas y ver como el bus avanza y ella se pierde entre la gente y la tristeza de saber que no la volveras a ver en un buen tiempo.

Ayer me porte mal, ayer no fui paciente contigo y no te supe entender, fui canson, jodido y te aburri, te harte. Ayer tuvimos un dia tenso y duro y me siento mal por eso, pero ya no quiero recordarlo mas. Hoy vi que borraste nuestras fotos de tu faceboook, de nuestro viaje y lo que pasamos juntos. Y me dolio. Escribi esto porque amo escribir de ti y de lo que vivimos, porque amo escribir como amo tocar guitarra o comer el ajiaco que hace mama Nancy. Y te amo a ti. Te amo con todo mi corazon y lo ultimo que quiero es perderte. Y me da una rabia increible no estar cerca de ti, no tenerte a mi lado, no poder, aunquesea con mi presencia, haber estado ayer a tu lado y apoyarte en ese momento dificil y que sepas, en el mas absoluto silencio mio, que te amo y soy tu aliado, que estoy de tu lado.

Alejandra, ahora recuerda todo lo que leiste arriba y las mas anecdotas que pasamos juntos, tantas y tan nuevas para los dos que tenemos para contar una y otra vez a los nietos y bisnietos... ¿Entiendes ahora cuando te digo que eres lo mejor que me ha pasado en la vida?

Cosa, coneja, castor, ardilla, mama de Tatis y Silvana: Eres lo MEJOR que me ha pasado en esta vida.
Te amo.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Confesiones de la Rata. Esto si que no lo sabías.

  1. Me gusta sacarme los mocos pero jamás los como. Cuando lo hago, rasco el fondo de la nariz, me causa un placer morboso.
  2. Me corto las uñas de las pies hasta verlas sangrar. Y corto tambien la piel circundante, para que luego crezca dura y se forme un callo, entonces lo corto y genero un círculo vicioso.
  3. Cuando era niño me ponía el saco de mi papá, cogía el cepillo de mi mamá y, mirándome al espejo, me alucinaba Luis Miguel o cualquier cantante famoso.
  4. Es más, una vez lloré en mi cama por no ser igual de famosos que ellos y tener la vida que me tocó. Pobre niño.
  5. Cuando tenía siete años improvisaba canciones sentado en el baño, y cantaba a viva voz. Mi mamá siempre se reía de eso. Yo las escribía en un cuaderno. Ahi nacieron mis primeras canciones.
  6. Una vez me tiré un gas en el ensayo de una obra de teatro del colegio. Como todos lo celebraron y nadie se burló, creo que ahí perdí el miedo y la inhibición de tirarme "flatulencias" en público.
  7. Siempre le tuve miedo a las drogas pero mis compañeros de la banda solían fumar cerca de mi y admito que algunas veces me gustaba oler ese aroma.
  8. Vendí revistas pornográficas a mi compañeros cuando estaba en segundo de secundaria. No era un buen negocio.
  9. A los doce años, queriendo hacer una travesura, inhalé terokal en la azotea de mi casa, y cuando estaba totalmente mareado y bajo el efecto de los químicos, me fui a la casa de una vecinita que me gustaba mucho y le declaré mi amor. Ella me rechazó, me mandó a dormir, se asustó y lo que es peor, al llegar a casa vi que tenía el testículo derecho del tamaño de una naranja. Se había inflamado.
  10. Mis primeras eyaculaciones nocturnas fueron sueños húmedos con vedettes de la farándula local. Tenía tanto miedo de eso que pensaba que lo que me salía era orina, y no semen.
  11. Estuve fugazmente enamorado de una de mis primas.
  12. Una vez, en vísperas de esa fiesta llamada navidad y que yo no celebro, peleé durísimo con papá, me echó de casa y me fui a dormir a una construcción. Fue uno de los momentos más tristes de mi vida.
  13. En el primer año de universidad salí con una chica sólo porque me pagaba todo.
  14. Le fui infiel dos veces a mi segunda novia. La relación ya estaba terminándose y ya no la quería. Nisiquiera entendía por que estaba con ella.
  15. Cuando mi primera novia me fue infiel y encima me terminó (como diríamos aqui, "que tal concha") me llené de colera y un día fui a su casa y pensé tirar su puerta a golpes y romper las cosas que me dio en su cara. Obviamente me acobardé. Fui y tiré por la reja de su casa todas las cartas, peluches y cositas que me dió. Ese fue el final de todo.
  16. Conocí a mi novia, Alejandra, por facebook. Soy la prueba viviente de que las relaciones virtuales se pueden dar. Ahora, que funcionen, eso depende de la pareja.
  17. La amo mucho y no le escondo nada. Ella cree que me gusta otra mujer, o que miro otras personas, pero no es asi. Sólo me gusta ella. Alejandra ha cambiado mi vida por completo, es mi mejor amiga y me fortalece tenerla a mi lado. Me da mucha felicidad.
  18. Una que otra vez me he sentido maltratado y lastimado. Se que ella también. Pero el amor y el cariño que le tengo nunca ha disminuido. A veces me he sentido triste y he deseado que las cosas sean diferentes. Pero las cosas son asi y hay que enmendar errores, seguir adelante, luchar por la vida. Ambos nos estamos conociendo, y lo seguiremos haciendo, porque uno nunca termina de conocer a alguien. Y a pesar de todo, nos guardamos mucha confianza.
  19. Esto no lo sabe y toca confesarlo. Fumé un cigarro en Bogotá, cuando nos vimos por primera vez. Tuvimos una tarde rara, donde a mi me descuadró su actitud. Eran las primeras veces que Alejandra y yo discutíamos o pasabamos momentos incómodos. Entonces salí del hotel casi de medianoche, caminé a la Av. Jiménez y en una carretilla ambulante compré dos cigarros. Juro que no pude acabar uno entero, estaba asqueroso, fuerte, y yo ya había dejado de fumar. Esa fue la última vez que fumé en mi vida.
  20. Quiero que seas feliz, que gozes de libertad, que hagas lo que quieras hacer y te vaya bien con eso. Que si Dios lo permita pueda estar junto a ti en cada paso que des, y que estés conmigo tambien. Quiero que celebremos triunfos y superemos juntos las derrotas. Te confieso que pensar así me hace disminuir el miedo a perderte y me da valentía, pues hoy he llegado a la conclusión de que si eres para mi y yo soy para ti, superaremos las dificultades que se atraviesen en el camino y emergeremos del agua como dos osos polares. Yo el más grande y gordo, claro. Y el resultado final será una gran sonrisa mientras bailamos rock en la sala de nuestro apartamento viendo crecer a nuestro hijo, y nos volvemos locos, como cuando bailamos el bolero en el restaurante de la candelaria, o cuando cantamos "sólo me faltas tu" en el bus de regreso a Bogotá, o cuando nos metimos juntos al mar por primera vez y nunca se me borrará de la mente cuando te enseñaba a nadar y me mostrabas una sonrisa de niña con juguete nuevo, esa expresión de ver lo nunca antes visto.
"Pero al fin, si es amor, cruzará huracanes y tormentas. Pero al fin, si es amor, beberemos sólo su belleza. Y si es amor, comeremos en la misma mesa. Y si es amor, lo que nunca compartimos, las vidas que no vivimos juntos, las miradas que esquivamos, las mentiras que dañaron, nada nos importará si es amor"
Esas son las cosas que no sabías de mi, y ahora, con un poco de pena, ya las sabes. 
Ahora si, no hay secretos. 
Te amo

Las 30 cosas que debes saber de mi. Catarsis de la rata.

  1. Soy moreno, y los viejos compañeros del colegio me dicen "nero".
  2. En mi colegio súper católico aprendí a odiar al papa y a todo el clero.
  3. Quiser ser músico profesional desde los 15 años. No lo logré.
  4. Ya casi soy médico y me gusta mi profesión (pero no la amo).
  5. De niño tuve muy pocos juguetes, la mayoría eran de mi hermano mayor.
  6. Solía ir a jugar a la calle con los otros niños. Aprendí a ser humilde, a hacer amigos, a conocer la realidad que me rodeaba.
  7. Leo mucho desde pequeño. A los seis o siete años me devoraba los tebeos, cómics y periódicos a diestra y siniestra. 
  8. Tengo una culposa adicción: los chocolates.
  9. Quise ser vegetariano: Fracasé.
  10. Amo el reggae, soy rockero y además, punky frustrado.
  11. Llevo más de siete meses sin fumar.
  12. Soy llorón y muy sensible. Me deprimo si me tratan con rudeza.
  13. No me gustan mucho los niños pero amo a mis sobrinas Lina y Katherine
  14. Le doy mil vueltas a un asunto simple y fácil.
  15. Tengo miedo de perder a la mujer que quiero.
  16. Siento que la estoy perdiendo.
  17. La psiconalizo y eso a ella le enfada
  18. Le prometí que no lo haría más.
  19. A mi corta edad he viajado por varios países
  20. Amo el Cusco y Bogotá (sobretodo a sus bares)
  21. No se que va a ser de mí. No tengo nada claro del futuro.
  22. Sólo se que debo vivir y luchar
  23. Me gusta escribir canciones, poemas, cuentos y relatos.
  24. Soy estudiante de la biblia.
  25. Sueño con publicar una novela y grabar un disco con mis canciones.
  26. Quiero viajar por todo el mundo con Alejandra.
  27. No quiero lastimarla nunca más. Quiero ser siempre suyo.
  28. Secretamente deseo ganar la lotería y comprar una casa muy grande en La Candelaria, en donde Aleja y yo pondremos un cafe muy bonito con toques antiguos, retro y muy rockeros, donde abundarán las antiguedades y mamá Nancy no tendrá que trabajar más.
  29. Como se que no ganaré la lotería porque nunca he ganado nada en mi vida, sólo me queda trabajar duro para poder cumplir ese sueño.
  30. Voy a ser papá, y cuando lo supe, lloré de felicidad.  
Es sólo una cuestión de actitud

martes, 24 de septiembre de 2013

Hombres G, Ibagué y la lechona que nunca comí

No eres difícil. Sólo eres tu misma. 
Por fin lo comprendí.

La primera vez que la vi fue en el aeropuerto de Bogotá. Llevaba un saco verde, pantalón jean y zapatillas bajitas. Tenía los labios partidos, las pestañas cubiertas con rimel verde y unos ojos inmensos que me miraban y centelleaban. Era la mujer más hermosa que había visto jamás. Me enamoré desde el primer instante en que la vi, ahí en el lobby, confundida entre la gente y mi exasperante nerviosismo.

Conocí a tu mamá, a quien ahora llamo cariñosamente "Mamá Nancy", una de las mujeres más fabulosas que he conocido en mi vida. Nos presentamos, le di el peluche que compré en Perú y que llegó igual de cansado que yo. Días antes le había dicho que le daría un beso al verla, pero no tuve el valor suficiente. Subimos a un taxi, nos fuimos al hotel que buenamente me había reservado y hasta pagado por algunos días. Ese pequeño trayecto fue hermoso e interminable. Hablamos de mi viaje, de lo estresante que es ir en avión y lo ansioso que estaba por el encuentro. Muchos sentimientos -y hasta pensamientos- raros pasaban por nuestras cabezas en ese momento. De pronto y sin saber como, nuestras miradas se encontraron y sin pensarlo mucho, Alejandra me besó. Fue un beso rápido. Rápido y confuso. Al terminar, me miró con los ojos más inmensos y hermosos y profundos que jamás había visto. Estaba feliz, y yo sin palabras. Con mucha "pena" -como dicen allá- le devolví el beso y ella me miró sonriente, cómplice. Los ocho días que estuvimos juntos, ahora que lo pienso bien, pasaron demasiado rápido.

Nos volvimos a ver en sólo un mes y medio. Alejandra me fue a recoger al aeropuerto, era de noche, y le prometí que al verla la abrazaría muy fuerte y le daría muchos besos. Así fue. Ella estaba hermosa y temblaba de nervios, como si fuera la primera vez que nos viéramos. Aquella vez viajé con Fátima, mi guitarra eléctrica, la que iba a regalar a mi hermosa sobrina. Durante el viaje en el taxi, Alejandra estaba muy nerviosa, tenía las manos frías, y nuevamente las luces de la metrópoli pasaban ante mis ojos como luciérnagas en la carretera. Nada me importaba sino besarla y poder sentir su calor. Aquella vez sólo estuve cinco días.

La misma noche de mi llegada partimos a Ibagué, a cinco horas en carro desde Bogotá. Alejandra me invitó al concierto de los Hombres G, banda que ella adora y con la que yo tuve el gusto de compartir escenario en mi natal Trujillo. Habíamos planeado ese viaje de forma rápida, y era nuestro primer viaje juntos. Yo nunca antes había viajado con una mujer, siempre fui reacio a ese tipo de salidas. Siempre he viajado solo, por muchos lugares, por turismo y por la música, y mi libertad al viajar no se metía con nadie, ni quería que nadie se meta con ella. Pero viajar con Alejandra es simplemente fantástico. Me hace reír con sus ocurrencias, nos contamos historias de la vida, me cuida más que nadie y hace que estemos muy pendientes el uno del otro. Antes de salir me invitó la cena y cuando fuimos a su casa a recoger las mochilas ella tenía preparado todo un arsenal de arepas, fruta, cositas para el camino y el infaltable jugo Hit de naranja piña.

Ibagué no es bonito. Es feo, caótico, desordenado y ataviado de gente y cosas y negocios que me marean. Prefiero la tranquilidad, al igual que Alejandra. Pero saliendo de la ciudad nada más, la cosa es muy distinta. No por esto dejamos de pasar bonitos días, con sus cosas, una que otra discusión que no hacía más que reflejar lo tonto que soy y que cada vez nos conocíamos un poco más. Fuimos a un karaoke donde más que cantar nos reimos mucho. Bebimos muchas cervezas y hasta nos animamos a bailar algo de salsa, música que no puedo bailar con más de un paso conocido y que al final no hace más que dejarme en ridículo. Pasamos noches maravillosas e hicimos muchas cosas en la ciudad, compramos recuerdos para mamá Nancy y esperabamos ansiosos la tocada de los Hombres G. 

El día del concierto llegó. El ambiente fue claramente decepcionante, con gente bailando cumbia, salsa, embriagándose. Definitivamente no parecía un concierto de rock. No soy fanático de Hombres G -como si lo es Alejandra- pero me mezclé entre los fans y todos nos sentimos un poco defraudados. Cuando comenzaron a tocar la cosa cambió un poco. Y para mi fue un momento realmente hermoso, porque veía feliz a Alejandra, verla cumplir uno de sus sueños y que pueda estar a su lado en ese momento era muy gratificante. Sentí que la quería mucho más. Cuando ella cantaba con tanto "feeling" y sus ojos le brillaban, me hacía sentir muy bien. Cuando tocaban alguna balada abrazaba cariñosamente a Alejandra y ella me tomaba de las manos, o cuando saltábamos de euforia cantando y gritando a todo pulmón o hasta cuando me reía de la canción que ella -fanática, admiradora, hincha- no se sabía. Estaba muy feliz. Esa es la palabra. Luego del concierto le pude tomar a Alejandra una foto con David Summers, en un momento un poco tenso y raro, mientras era llevado por su seguridad y casi violado por sus fanáticas, pero que deja constancia de la cercanía de Aleja con su rockero favorito. Igual tenemos la convicción -y la promesa mutua- de que los volveremos a ver, ¡y en Madrid!, nada menos.

Como la primera vez, tuve que regresar a Perú. El día en que debí volver me desperté tarde y perdí el vuelo. Me quedaría un día más con Alejandra. En mi casa pensaron que abandoné la universidad, que me iría a convertir en hippie o músico ambulante andando por las calles de Miraflores. Pero no fue así. Compré boleto para el día siguiente y volví a casa de Alejandra. Al llegar la encontré durmiendo, la desperté con un beso y se alegró de verme. Pienso que, secretamente, Alejandra hizo que me quede dormido a propósito para que pueda quedarme un día más con ella. Se puso feliz de que no me vaya. Me acosté a su lado, le di un beso en el cuello y antes de quedarme dormido, le susurré que la amaba.

Felices siete meses.

La canción que NO te sabías (jajaja)

sábado, 21 de septiembre de 2013

Bajo el cielo de la nevera

"Un perfume, el café y las condolencias sentados en un parque llorando en la madrugada. Un abrazo interminable y una mirada sincera que no dejan de cantar"
Lágrimas de madrugada - Convicto de Paz

Alejandra y yo nos vimos por primera vez en Bogotá, la fría y lluviosa. Los días transcurrieron hermosos, no parecían pertenecer a mi mundo habitual. Llegué atontado y con problemas de migración, sin embargo el sentimiento de encontrar a la mujer que quiero fue más que fuerte. Caminé muy nervioso por el aeropuerto, buscando la salida para los que llegamos de otro país y esperando a la vez no encontrarla, seguramente por los nervios. Entre la gente que se agolpa con sus cartelitos mediocres una pequeña mano se elevó entre la gente. Era Alejandra, minúscula, hermosa, con una inmensa sonrisa y los ojos más grandes y hermosos que nunca había visto. Cuando la vi no supe bien si besarla, darle la mano, abrazarla o simplemente echarme a correr. Le di el peluche que le había llevado, que llegó hasta Colombia igual de maltratado que yo. Ella se reía discretamente, cómplice, pero tambien estaba nerviosa. Llevaba en los ojos rimel verde y traía puesta una chaqueta del mismo color, que compró en un almacén chino y me encanta. Estaba con su mamá. En ese momento supuse que la llevó a nuestro primer encuentro por seguridad, ante la posibilidad de que fuera un asesino en serie o un violador empedernido. La señora fue un encanto y lo que es mejor me llevo muy bien con ella. Alejandra me llevó en un taxi al hotel, hotel que ella buenamente reservó y pagó por unos días. No podía estar más feliz.

El almuerzo de esa tarde fue el más peculiar de mi vida porque sentí que nos conocíamos de toda la vida. Comimos una "picada" horrible, hablamos de todo lo que nunca habíamos hablado y también de lo que ya sabíamos, nos dimos muchos besos, unos tiernos, otros encendidos, y bailamos un bolero mientras el sol se ponía entre los techos de las viejas casas de La Candelaria.

Le pedí que se quede conmigo esa noche, y ella aceptó. Esa primera noche juntos le canté la canción que le compuse unos meses atrás. Jacob, el agradable estadounidense de Seattle y amante del Perú me prestó una guitarra que no se como pero la consiguió. Alejandra no lloró de emoción porque ella sólo llora cuando recuerda a su amada gata Persia, que murió en sus manos. Pero le encantó la canción, le dejé la letra junto con los otros poemas que le había escrito desde que la conocí y desde que me di cuenta que me empecé a enamorar de ella.

El hecho en común de los días siguientes fue la sensación de estar con alguien y sentir que lo conoces de toda la vida, y esto teniendo en cuenta que aún eramos desconocidos para ambos. Fuimos a muchos lugares, comimos mucho y rico y sin querer hasta tuvimos una cena romántica, noche que nunca olvidaremos ya que fue la unica que no registramos en foto. Gracias a nuestras preciadas y aventureras incursiones por los callejones, plazas y escondrijos de La Candelaria ahora tenemos un lugar preferido, la "osteria italiana", y otros más que les aburriría de sólo contarles. Hubieron días raros, días en los que no entendía su comportamiento, y era entonces que me daba cuenta que no la conocía. Hubo cosas que no me contó en ese momento, de gran importancia, pero que de no haber sido así las cosas no tuvieran el rumbo de ahora ni nuestra relación sería la misma. Hubo un día que me pasé de más con el vino e hice un pequeño y estúpido show en la calle, dije algunas cosas tontas y ella manifestó su sentir. Terminamos en el parque al costado de su casa, Alejandra lloraba de rabia y yo, el tonto, lloraba de verguenza y del miedo a perderla. Producto de esa extraña noche nació una canción.

Sólo estuve ocho días esa primera vez. Ocho días maravillosos junto a ella, interminables. Pero debía volver. Volver a mi vida y a su odiosa rutina. Volver a la universidad y a terminar una carrera que no hace más que consumir mi vida de a pocos. Volver al computador y ver a Alejandra por skype y conversar por facebook. Volver a la lejanía y a la impotencia de necesitar el abrazo, el beso, la caricia de madrugada y no tenerlas para mí. Esa mañana, antes de volver, compramos algunos recuerdos para mi familia. No hablamos mucho, la inminente despedida creaba un gran eco en nuestros momentos juntos. El adiós fue triste, pude haber llenado de lágrimas el aeropuerto. No dejaba de besarla y decirle cuanto la necesitaba. No quería dejarla sola, no quería separarme de Alejandra, la persona que se ha convertido en la más importante de mi vida. Pero tuvo que ser así. Tuve que subir al avión, tuve que darle un beso y empapar sus labios con mis lágrimas, tuve que decirle "hasta pronto", tuve que decirle que la amaba y tuve que jurarle que nos volveríamos a ver lo más pronto posible, y que haríamos lo posible por que eso suceda.

Gracias a Dios, y a los Hombres G, asi fue. Nos volvimos a ver.

Hombres G - Esta tarde

jueves, 16 de mayo de 2013

Hoyito

Tu sonrisa enciende un motivo
muy sincero y además secreto
tu sonrisa esconde un anhelo
que yo quiero descubrir

Tus ojos esconden eternidad
una que no revelas a cualquiera
llevan serenidad y tristeza
y me quedo siempre, si, en tus ojos

El hoyito de tu barbilla armoniza tus formas
es el punto de equilibrio de tu paz
vaya que enciende mi alegría
el hoyito de tu barbilla

Tus manos son la llave de una puerta misteriosa
que no me atrevo a abrir
¡se lo que hay tras esa puerta!
pero solo entraré si te tomo de las manos

Manos que son el sostén de una bomba gigante
un músculo débil y perezoso
que se alimenta de tu alma
de tu sonrisa, de tus ojos y del hoyito de tu barbilla

Tras esa puerta está mi corazón.

Hombres G - La Primavera

martes, 15 de enero de 2013

Falling in love with Bogotá

Alejandra vive en Bogotá, Colombia. Tiene veintiún años y una hermosa sonrisa. La conocí de casualidad, mientras navegaba por internet, perdiendo el tiempo en facebook. Vi una solicitud de amistad, la acepté. Le hablé por el chat, le pregunté si me conocía, me contó que me agregó del grupo de fans de "Hombres G", banda con la que toqué en un año que ya ni recuerdo aquí en Trujillo, Perú. Pues si, soy peruano, país del ceviche, Machu Picchu, el pisco sour y la desigualdad.

Comenzamos a hablar, recuerdo que no le tomaba mucho interés a nuestras conversaciones, sin embargo había algo en ella que me llamaba mucho la atención. ¿Que fue? no lo se. Es a fines de octubre cuando todo comenzó. Varias semanas atrás salí de una relación larga, la más larga que he tenido. Y hablar con Alejandra me hacía bien. No miento si digo que me hizo olvidar la tristeza que sentía por momentos. Incluso una vez le mencioné a mi ex sobre Alejandra, haciendo gala de mi superada tristeza.

Ella es bastante rara por momentos. Ella dice que es algo bipolar, pero hablando en serio, ¿que mujer no es bipolar?. No es muy expresiva, trabaja mucho, su paga no es tan mala, tampoco tan buena, tiene dos hermanas, vive con su madre y  dos gatos, uno llamado Chimuelo y otro que aún no tiene nombre y le sugerí que le ponga "Vitín". Sus colores favoritos son el negro, morado, y dos más que no recuerdo. No es delgada y tampoco gorda, es llenita. Así le dije yo. Tiene unos ojos muy lindos, pero lo que más me gusta de ella son su labios. No la conozco en persona, se donde vive pues me lo dijo, una vez hablé con su madre y siempre que está en casa y hablamos por teléfono escucho ronronear y maullar a su gato, que por cierto es muy tosco y mordelón.

La canción que más me hace pensar en ella es "Dos en la ciudad" de Fito Páez.

No se en que momento comenzó una bonita amistad, tan cercana a pesar de los miles de kilómetros que nos separan, de las tres horas de avión que nos tienen lejos y a veces olvidados. Ella ahora es una parte muy importante de mi vida. Sabe todo lo que hago, y yo también de ella. Nos contamos nuestras cosas, no concibo un día sin llamarla o sin hablar con ella, y realmente lo disfruto mucho, es muy reconfortante. Me gusta cuando reímos de cosas sin sentido o cuando nos decimos cosas cariñosas, también cuando nos damos palabras de aliento para continuar con nuestras vidas y sus trabajos rutinarios o cuando nos dedicamos videos de youtube, y ella siempre gana. Suelo llamarla cuando está en el trabajo y a ella eso le alegra mucho, escucharla reír es un placer. Por lo que se ha vuelto muy especial para mi, repito, a pesar de la distancia.

Y por eso decidí sorprenderla y viajar a Bogotá a conocerla. Ante eso no puedo evitar estar emocionado, ya que conoceré a la que considero hasta ahora la mujer más parecida a mi, y por la que me pregunto todas las noches: Dios, ¿por que no hiciste que Alejandra nazca en Perú?.

Me estoy enamorando mucho, lo acepto. Perdón por tantas palabras para poder finalmente decirlo, pero es asi. Y eso es lo que me da más miedo, pues no estamos cerca, no nos tenemos el uno al otro más que por una llamada o el chat, lo cual es bueno, pero no es suficiente. Ya me sucedió un par de veces que quisiera estar a su lado, abrazarla, contarle que me siento mal, que necesito una caricia, un beso, y no tenerla junto a mi me pone triste, se me hace un nudo en la garganta y en ese momento sólo tengo ganas de llorar.

¿Eso está mal? Pues no lo se, pero mi experiencia me dice que eso es sentirse enamorado. Y yo no se si ella también sienta lo mismo por mi, o al menos a la magnitud de mis sentimientos. Por eso todos me dicen que estoy loco, todos.

La quiero muchísimo, y por eso iré a Bogotá. La ciudad no me importa, que pase ante mis ojos si quiere. Yo sólo quiero estar con Alejandra, caminar con ella y ver lo que ella me muestre, pisar lo que ella pise y respirar su mismo aire. Sólo estaré cinco días, aún falta un mes para ese viaje, pero quisiera que sea mañana mismo, y que cuando esté con ella el tiempo se detenga, no deseo otra cosa.

Un pedazo de mi corazón vive ahora en Colombia. Que cosas tan locas tiene la vida. Y a pesar de todo, sentir todo esto me hace muy feliz.