Me voy a la universidad. Estoy sentado en un microbús. El micro apesta. Odio viajar en micro pero hay que ahorrar: la economía es importante. Me empiezo a sentir triste, como todas las mañanas. Veo las calles, los árboles que ya se caen, siento el frío aire golpear mis mejillas, escucho los gritos del cobrador, es como si todo se aglomerara en este preciso instante. Todo me aflige esta mañana gris.Seguimos de camino hacia la universidad. Paso por la avenida América y recuerdo la época en que caminaba cada jueves por la tarde por este mismo lugar, allá en el 2005, rumbo al ensayo de la banda. Ahora paso por la avenida Los Incas, donde antaño la policía me detuvo junto a un amigo por comprar marihuana en una de sus esquinas más famosas y fatídicas.
Ahora estoy en una calle cuyo nombre prefiero no mencionar… Siento que es momento de recordarla, que es momento de evocar aquellos días cuando caminaba de la mano con ella en la acera de esa avenida, cuando nos deteníamos en medio del camino a besarnos apasionadamente sin vergüenza alguna. La tristeza es ahora suprema, infinita, me cambia totalmente. Si empieza a salir el sol el frío recorre hasta el último centímetro de mi cuerpo, si hay silencio siento gritos en mi cabeza, si escucho por la radio la cumbia de moda inmediatamente me viene a la mente la canción que ella alguna vez me dedicó. Es así, soy así.
Llamé al cobrador y le pagué. Al instante bajé en esa avenida tan dolorosa para mí. Caminé sin dirección fija, sólo con la idea de vagar, como el errante que soy por naturaleza. Caminaba y caminaba sin encontrar respuestas. Cada paso que daba era una nueva idea de martirio y sufrimiento. Cada minuto y segundo era para ti. Te lo juro, mi amor. Aún te amo, pero no tengo el valor de decírtelo y tú ya no tienes cariño para mí. Te aseguro, mi vida, aún te amo, o sino pregúntale a las calles que me ven pasar, pregúntale a los pájaros, a la luna, al sol, a tu Dios. Pregúntales y te dirán que me vieron pasar llorando, pensando en ti, sólo en ti; te dirán que me vieron con la mirada perdida y los ojos húmedos, moviendo la cabeza a ambos lados, buscando tu silueta en algún lugar de la calle. Pero es inútil. No tienes por qué estar donde creo que estarás. No tienes por qué corresponder a mis pensamientos. No tienes ni siquiera que leer estas líneas. Al final creo que tú no tienes la culpa de haberme intentado querer. La culpa es mía por haberte amado y amarte desesperadamente, por haberte dado mi corazón, por herirme a mi mismo ahora y por negarme a tu Dios, que jamás me dio alegría, sino más bien sufrimiento y desesperación.
Te necesito.
Te quiero.
¿Es que tu ya no me necesitas?...
Si fuera posible sería tu monigote, tu muñeco, tu oso parlanchín, tu sparring, tu "tio-vivo", tu cama, tu almohada, tu cuarto, tu lámpara, tu confidente, tu cariño, tu gordito, tu flaquito, tu amante, tu dios, tu diablo, tu vida y tu muerte...Pero todo, quiero serlo todo para ti...Contéstame: ¿ya no me necesitas?
Fue entonces que me dijiste "no, ya no…".
Mientras más me acerco a mi destino más ganas tengo de volver. Volver a tus recuerdos, volver a los míos. Volver a las calles eternas y mis refugios en silencio. Volver a verte y volver a conocerte. Volver a mi casa y escribir, escribirte, amarte con el teclado o con mi lapicero barato. Quiero volver, pero al final no hay salida. Al final hay una pared inmensa formada por nuestros sentimientos. Quiero dar un paso y no llorar, quiero avanzar la cuadra y no pensar en ti, quiero llegar a mi clase con ganas de aprender y no con ganas de escribirte algo. Quiero, necesito, anhelo vivir...
Viviré mi habitual mañana, que espero no sea eterna. La mañana de mañana, mi mañana, nuestra mañana aunque no quieras. Mañana te amaré más. Mañana te sufriré un poco más. Mañana, mañana, mañana...
-Amor, ¿Qué te parece si nos vemos mañana?-
-"Ya pues, pero que sea de día, no voy a entrar a la academia, sólo quiero estar a tu lado"-
-Yo también, preciosa, yo también...-